viernes, 16 de mayo de 2014

Badlands "Badlands" (1989)

El mes de mayo es un mes ideal para reivindicar a una banda como Badlands por varios motivos: el disco se editó un 11 de mayo de 1989, Ray Gillen nació un 12 de mayo de 1959 y Eric Singer también nació un 12 de mayo, pero de 1958. Así pues es el momento ideal para volver a escuchar este disco y dedicarle unas cuantas líneas…aunque bien es cierto que un gran disco como este no necesita de ninguna excusa para volver a ser escuchado.


Este fue el proyecto del guitarrista Jake E .Lee que, tras su marcha del grupo de Ozzy Osbourne, decidió arrancar junto al batería Eric Singer, el bajista Greg Chaisson y el carismático y malogrado Ray Gillen a las voces. 
Eric Singer y Ray Gillen habian dejado por su parte y de no muy buenas maneras a unos Black Sabbath en horas bajas. Ray Gillen llegó a grabar junto a Black Sabbath el magnífico The Eternal Idol (1987) que luego fue re-grabado por nada más y nada menos que Tony Martin
Con tal elenco de buenos músicos enseguida se les metió en el saco de "súper banda”, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva.

En este disco de debut no hay ni rastro del glam rock (casi pop) que inundaba las FMs americanas y al que muchas bandas coetáneas se habían sumado.
Badlands se alejaban de futiles modas y bebían del blues, del hard rock y de las grandes bandas de los 70s.

High Wire, con el espectacular riff de Jake E.Lee, abre el disco acompañado por la sólida base rítmica formada por Eric Singer y Greg Chaisson. Cuando entra la voz de Gillen no hay duda de que este no es un grupo cualquiera y aquí la química entre los músicos funciona sin fisuras. Grandes estrofas y solos incendiarios son las grandes bazas a lo largo de todo el disco: el primer single Dreams In The Dark sirve de buen ejemplo.


Dancing On The Edge es uno de mis temas preferidos que podría haberse incluido sin ningún problema en el Appetite For Destruction de Guns’N’Roses. Un tema furioso y macarra con un inspiradísimo solo de Jake E.Lee.
Hard Drive, que abre la segunda cara del disco, es un gran himno que, pese a que no se editó como single, nunca falta en los conciertos actuales de Jake E.Lee.

La voz de Gillen roza la perfección y recuerda a ratos al Robert Plant más furioso y otros al David Coverdale más sensual: Devil’s Stomp  es un tema que podría haber encajado perfectamente en cualquier disco de los primeros Whitesnake.

Así pues el disco es una puesta al día de los grandes estándars del hard rock más setentero donde el espíritu de Led Zeppelin se deja entrever en más de una ocasión: buena muestra de ello es Winter’s Call (precedida por la breve y delicada instrumental Jude’s Song) o Seasons, el tema que cierra magistralmente este gran disco.

El binomio Jake E.Lee / Ray Gillen consiguió crear un buen puñado de canciones atemporales que, de no ser por la prematura muerte de Gillen y por las siempre consabidas “diferencias musicales”, nos podrían haber dado muchas más alegrías en forma de buena música. 



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